Simon Marginson: “Ir a instituciones débiles no hace mucha diferencia en la movilidad social”

07 de Junio de 2017
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Simon Marginson, uno de los expertos más citados a nivel mundial en educación superior, aborda en entrevista con el CIAE cómo ve al sistema educacional chileno, altamente estratificado y masificado y su impacto en la movilidad social.

Simon Marginson es director del Centre for Global Higher Education del Instituto de Educación de la Universidad College de Londres y uno de los expertos más citados a nivel mundial en educación superior. En mayo, estuvo de visita en Chile invitado por el CIAE y conversó con el CIAE sobre su visión del sistema educacional chileno y sobre las reformas impulsadas, como la gratuidad.

-¿Cómo definiría el sistema de educación superior en Chile, considerando la participación privada?

Es un sistema mixto público-privado, en el que las instituciones con lucro juegan un rol importante. La gran extensión del sector privado en Chile es sorprendente e inusual. También es un sistema muy costoso en términos de la escala de aranceles del mundo. Pero, por otro lado, en política económica es inusual, pero si uno entiende las características culturales, la naturaleza de las universidades, el rol de la investigación y el trabajo en las disciplinas, Chile se destaca en el continente. La calidad es alta especialmente en investigación y hay muy buenas universidades, comparando con Latinoamérica. Esto produce un buen punto de inicio para el desarrollo futuro. Si el sistema pudiera ser menos jerárquico, es decir, sin muchas diferencias entre instituciones fuertes y débiles, sería muy fuerte.

-¿Cuál es el rol que la influencia del mercado juega en este sistema?

Es un sistema de mercado muy curioso. Está regulado en el sentido de que el Estado controla la forma de las partes del sistema. Las universidades públicas  no son libres de matricular a cualquiera que quieran, bajo esas circunstancias. Si fueran libres de hacerlo, tendrían mayor proporción de matrícula. Y es un tipo de mercado que tiene harta interferencia, así que la elección del estudiante no lo determina todo.

-¿Qué pasa cuando la elección de los estudiantes determina el sistema?

No estoy diciendo que los estudiantes no elijan donde van. Se necesita un gran grupo de instituciones donde la investigación sea adecuada,  porque ese es un componente central de un sistema de educación superior. Esa es la primera tarea del estado probablemente: asegurar que eso se dé. Además, la organización puede considerar el tamaño y número de instituciones, sin leyes particulares que regulen eso, pero el principio básico debiera ser expandir la matrícula, en respuesta a las demandas sociales. Ahora, se puede regular el tamaño de las instituciones o  decretar libertad de matrícula y todo financiado por el Estado, que es lo que hace el Reino Unido, pero no creo que eso funcione mucho.

-Chile tiene un sistema muy estratificado.

Sí, eso creo.

-¿Un sistema tan estratificado tiene impacto en la movilidad social?

La movilidad social es baja en Chile, inferior al promedio de OCDE. Los países que tienen baja movilidad, también tienen alta desigualdad de ingresos. Y Chile tiene ambos: está en el fondo de la escala de movilidad. La educación superior probablemente juega un rol en eso, en el sentido de que no suficiente gente accede a las instituciones de mejor calidad. Es decir, pocos universitarios de primera generación están entrando en estas instituciones, en beneficio de su profesión.

Y cuando los estudiantes van a instituciones débiles, ¿realmente acceden a mayor movilidad?

Ir a instituciones débiles no hace mucha diferencia en la movilidad social. Cuando tienes un sistema de educación superior pequeño, incluso las instituciones débiles te dan algo especial, porque no hay muchos graduados, y todos los graduados tienen trabajos razonables. Cuando el sistema de educación superior se masifica, no todos los graduados tienen trabajos garantizados o acceden a buenos trabajos. Entonces algunos van a instituciones débiles, en las que los grados no tienen altos estándares o no hay buena calidad de enseñanza. Es difícil que, accediendo a esas instituciones débiles, les vaya bien en el mercado de trabajo. Entonces la educación superior no ayuda mucho.

¿La gratuidad podría ser una buena política para tener mayor movilidad social?

Son buenas sociedades aquellas en las que, seas quien seas, no importa de donde venga tu familia, tienes una chance de tener una buena vida. En una sociedad donde naces pobre, y te mantienes pobre, esa es una mala sociedad.

¿Y una política como la gratuidad ayuda a la sociedad?

Si ayuda a la movilidad social y al acceso, se debería hacer. Pero necesitas altos impuestos y un estado de bienestar. Soy socialdemócrata, entonces me gusta el modelo nórdico. Diría: educación gratuita, de alta calidad, pero tienes que ser capaz de financiarla como país. Chile está en transición a una economía industrializada. Todavía está integrando los derechos igualitarios de sus pueblos indígenas, tiene el problema de la distribución de ingresos, está reduciendo la pobreza extrema –que llega a la mitad de lo que era una generación antes, pero sigue siendo seria-, así que tiene mucho camino por recorrer aún.


Fuente: Elizabeth Simonsen - Comunicaciones CIAE

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