El Simce: subiendo, bajando

12 de Abril de 2012
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Diario La Tercera, 12 abril 2012
Cristián Bellei
Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile

Cada año la opinión pública, especialmente el sistema escolar y las familias, es bombardeada por los resultados del Simce. Los educadores reciben premios (y desde ahora castigos) que dependen de los puntajes de sus alumnos; las familias son llamadas a vitrinear escuelas usando el Simce como principal señal de la calidad de la educación que recibirían sus hijos; y los ministros de educación se alegran o deprimen según el signo del promedio nacional. A pesar de este uso tan intensivo que en Chile hacemos del Simce, lo cierto es que su interpretación no es tan simple como parece. Esta vez, por ejemplo, a pesar de los paros y los problemas denunciados que afectaron a la educación municipal fue este sector el que principalmente aumentó los puntajes; por otro lado, aunque la Prueba PISA de la OECD insiste en que los adolescentes chilenos están progresando aceleradamente en Lectura, el Simce de octavo básico no muestra ningún avance en once años de medición. ¿No será el Simce una ruleta?

Ciertamente no. La investigación ha avanzado bastante en conocer los factores asociados a los aumentos de puntaje y sería bueno tener esto en cuenta en nuestras discusiones sobre educación. El principal factor que explica los resultados del Simce es la condición socio-cultural de las familias de los alumnos; aspecto en el cual Chile ha estado mejorando en las últimas décadas, pero cuyo efecto no se ve “de un día para otro”. El Simce también puede aumentar por un mejoramiento de los recursos disponibles para la enseñanza y el aprendizaje; por ejemplo, está demostrado que introducir la jornada escolar completa tuvo un impacto positivo en los logros de los alumnos en lenguaje y matemáticas. Un mejoramiento de la enseñanza que los profesores realizan puede aumentar los logros medidos por el Simce y en Chile se han estado realizando muchas innovaciones pedagógicas y curriculares desde hace más de una década. Finalmente, también es posible entrenar a los alumnos para rendir el Simce, enseñando sólo lo que entra en la prueba y haciendo muchos “ensayos Simce”; esto no es señal de mejoramiento de la enseñanza, sino una perversión del sistema de evaluación; lamentablemente, hay mucha evidencia de que esto pasa en Chile. Ciertamente, también hay una parte importante que los científicos no han podido explicar.

Dos lecciones relevantes de todo esto son que no hay que considerar al Simce el principio y el fin de nuestra educación, y que hay que observar su evolución en el mediano plazo, sin hacer fiestas o tragedias por mínimos cambios que ocurren año a año.


Fuente: Cristián Bellei

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