La desconocida importancia de los educadores tradicionales mapuche

06 de Enero de 2015
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Columna de opinión de Carmen Sotomayor, investigadora del Centro de Investigación Avanzada en Educación

Una iniciativa muy desconocida es la que llevan adelante los llamados educadores tradicionales  en nuestro país. Se trata de personas de nuestros pueblos originarios aymara, rapanui, quechua y mapuche que han sido elegidos por sus comunidades para enseñar las lenguas originarias  en las escuelas básicas. Son hablantes de lenguas que están en un severo proceso de difuminación  a causa de su situación de diglosia, fenómeno que ocurre cuando dos lenguas conviven en un mismo territorio, pero una desplaza a la otra debido a su mayor prestigio social.

Chile ha firmado una serie de convenios internacionales (169 de la OIT, Educación para todos de la Unesco, etc.) que lo compromete a proteger el bienestar, el desarrollo y la participación de los pueblos originarios y a gestar políticas públicas que los beneficien. Una de ellas es el Programa de Educación Intercultural Bilingüe del Ministerio de Educación que ha venido impulsando la enseñanza de las lenguas originarias y su revitalización lingüística desde 1996, proceso que ha culminado con la aprobación del sector curricular de Lengua Indígena en 2010. Esta nueva asignatura es obligatoria para las escuelas básicas que cuentan con al menos un 20% de estudiantes de ascendencia indígena. En la actualidad 468 escuelas lo implementan, pero según datos de la Dipres (2012) debieran hacerlo 1.800 establecimientos escolares en el país. 

El Ministerio de Educación registra 323 educadores tradicionales a lo largo del territorio nacional, de los cuales 275 son mapuche. La mayoría de ellos aprendió en su infancia el mapudungun como primera lengua o al mismo tiempo que el castellano, por tanto, lo habla de manera fluida. Además, demuestra una gran motivación por la enseñanza y un gran  compromiso con los niños, quienes muestran curiosidad y disfrutan de clases vivas en las que se integra la lengua originaria con diversos aspectos de la cultura mapuche: su historia, vestimentas, saludos, comidas, tejidos, canciones, cuentos y valores esenciales como el amor por la naturaleza y el respeto a las personas mayores.

El aprendizaje de nuestras lenguas originarias es fundamental para comprender las culturas de estos pueblos, que también forman parte de nuestra identidad nacional. No se puede comprender la cultura del pueblo mapuche sin conocer su lengua, porque la lengua, en alguna forma, contiene la cultura. También esta  nueva asignatura  nos ayuda a reconocer la diversidad cultural que tenemos en Chile, lo cual enriquece la visión de los niños y los forma de un modo más abierto y acogedor al diálogo y a la convivencia con otros. En el futuro, esta “competencia intercultural” será cada vez más esencial, por la globalización y la inmigración. Pero también el aprendizaje de una segunda lengua, como el mapudungun, fomenta la reflexión y el análisis sobre la propia lengua, lo que es determinante para el desarrollo del lenguaje y para el aprendizaje de cualquier otro idioma.

Un gesto importante sería distinguir la labor que realizan de manera tan delicada y anónima nuestros educadores tradicionales, reconociendo su función como docentes, lo que les permitiría acceder a una remuneración algo más justa y a más horas de enseñanza en las escuelas.


Fuente: Carmen Sotomayor E., Investigadora, Centro de Investigación Avanzada en Educación, Universidad de Chile

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