Rosa Cintrón, especialista en inclusión en Ed. Superior: “A través de la educación se puede cambiar el destino de alguien y yo lo he visto muchas veces”

23 de Mayo de 2017
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La doctora de la Universidad Central de Florida, EE.UU., visitó la Universidad de Chile, invitada por el Centro de Investigación Avanzado en Educación (CIAE) y el Departamento de Pregrado de la Vicerrectoría de Asuntos Académicos, para compartir su experiencia sobre docencia inclusiva y sus perspectivas del rol de la universidad en las sociedades.

La académica de la Facultad de Educación y Desempeño Humano de la Universidad de Florida Central, Rosa Cintrón,  visitó Chile , invitada por el Centro de Investigación Avanzado en Educación (CIAE) y el Departamento de Pregrado de la Vicerrectoría de Asuntos Académico, de la Universidad de Chile, para liderar el conversatorio "Docencia inclusiva en la universidad: oportunidades y desafíos desde la perspectiva de la experiencia docente", y participar de la discusión del seminario "Educación Superior: ¿Pública o privada?".

En ambas instancias puso a disposición sus reflexiones y estudios sobre inclusión y rol de la universidad, que se sustentan en su experiencia como decana y docente en universidades de distintos estados de Estados Unidos, su trabajo como directora de la seccional de académicos de la Asociación Nacional de Administradores de Asuntos Estudiantiles (NASPA), pero sobre todo con su trabajo sobre inclusión de minorías a las cuales pertenece: mujer de origen puertorriqueño parte del senado universitario. En esta entrevista, aborda los desafíos de inclusión en educación superior.

-¿Cuál es el rol de la docencia en la inclusión y en educar para incluir?

Se puede pensar que la responsabilidad de incluir a otros pertenece al rector  o al presidente y su gabinete, como líderes, pero yo pienso que esa es la obligación del docente, porque es él  que se va a enfrentar día a día con todo esto que llamamos inclusión. Es el docente el que tiene la responsabilidad y obligación de definir qué es la inclusión en determinado contexto, porque es él quien se enfrenta a la diversidad, no así el rector, que pude estar hablando de abstracciones, teorías, pero el maestro lo va a concretizar en el salón de clases.

-¿Dónde radican las acciones más urgentes para apuntar a la inclusión: en el salón de clases, en la redefinición del sistema, políticas públicas, etc.? 

Todo va a la par, porque no puedes decir en una universidad pública que vas a ofrecer acceso si no hay leyes que también demanden que esto se lleve a cabo. Se debe trabajar en la legislación, con la estructura de la universidad, traer administradores que representen esa inclusividad y docentes que representen esa diversidad.

Recuerdo cuando trabajaba en una universidades de Nueva York, que tenía la división de 33% negros, 33% blancos, 33% latinos y un 1%  de lo que fuese, había una legislación estatal, pero dentro de la universidad se cambió la misión a una que hablaba de diversidad e inclusión y mencionaba el tipo de estudiantes.

-¿Es posible trabajar la inclusión desde  la universidad sin tener un trabajo coordinado con todos los niveles educativos?

Si no se trabaja con las escuelas y liceos, no se va a concebir una inclusión en la universidad. Yo no sé cómo es la política de procesos de inclusión de las universidades en Chile, pero en EE.UU., particularmente en la universidad que yo trabajo, tenemos docentes que van al liceo y le hablan a estos niños de qué es ir a la universidad, qué les puede proveer la universidad. Hay reuniones con los padres, porque muchos de ellos serán de la primera generación de su familia que entra a estudios superiores, y los padres no saben qué es la universidad. Además, el problema de deserción de estos grupos minoritarios que queremos incluir empieza desde mucho antes, entonces la universidad tiene que hacer esos puentes desde mucho antes.

-¿Cuál debiese ser la estructura de un programa de inclusión universitaria que intente corregir las desigualdades que cargan los jóvenes que entran a la universidad?

Un concepto muy norteamericano, que no veo acá quizás por cosas culturales, el que el muchacho o muchacha "se va" a la universidad. Vive en la universidad, y por esta razón hay toda una administración de asuntos estudiantiles que puede ser tan grande como la división de asuntos académicos. Se otorgan residencia, servicios de tutorías y programación de desarrollo de destrezas: cómo tomar apuntes, cómo enfrentarse a un examen de matemática, cómo prepararse para un ensayo en vez de un examen objetivo. Se necesita una estructura con profesionales no docentes que hagan un gran trabajo fuera del aula.

-¿Qué efecto tiene ese trabajo de asuntos estudiantiles?

Primero está el darle valor a la inclusividad, dejando aparte el supuesto de que los niños que tienen mala educación no es por un defecto de ellos, sino que es por una estructura de inequidad en la sociedad que hay que corregir, con asuntos estudiantiles, con la intervención del estado, los docentes y los rectores, toda una estructura. Con ello, las repercusiones para una sociedad son incalculables, se puede creer que a través de la educación se puede cambiar el destino de alguien y yo lo he visto muchas veces.

-Quiero hacerle unas preguntas que usted hizo a los asistentes a su seminario ¿Para quién se hizo la universidad? ¿Quiénes son los que están en la universidad? ¿Quiénes deberían estar en la universidad?

La universidad pública se hizo para el pueblo, todos y todas, no solo para unos núcleos dentro de la sociedad, desde abajo hasta arriba, todos en el mismo espacio. El propósito es enseñar a pensar, a convivir con otros, enseñar valores de justicia social, porque al tener una especialidad y entender lo que es el saber y convivir con otros, tú vas a contribuir a la sociedad. Quizás es una definición cursi porque eso ya no es la universidad, pero creo que deberías ser, debiese ser una obligación. Los que están yendo a la universidad en EE.UU. son muchos, pero no todos, pero muchos más que los que van en Chile. Tenemos mucho por hacer,  pero en Chile hay un mundo por hacer.


Fuente: Javiera Vilches, Comunicaciones CIAE

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