Impactos y desafíos para la educación a 50 años del Golpe Militar

08 de Septiembre de 2023
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La educación pública, la profesión docente y el cambio en la lógica del sistema educacional: estos fueron los mayores impactos que tuvo el golpe en la educación, según académicos del IE e investigadores del CIAE.

Con motivo de conmemorarse los 50 años del Golpe Militar de 1973, el CIAE y el Instituto de Estudios Avanzados en Educación invitaron a investigadores/as y académicos/as a hacer una reflexión en torno a dos preguntas: qué significó el golpe para la educación y cuál es el desafío, desde el punto de vista de la educación, en el fortalecimiento de la democracia.

Participaron en esta reflexión la directora del Instituto de Estudios Avanzados en Educación, Carmen Sotomayor; la Premio Nacional de Educación, Beatrice Ávalos; el investigador del CIAE y sociólogo Cristian Bellei; y la asistente de investigación y antropóloga, Liliana Morawietz.

Estos son los principales impactos que ellos y ellas describieron:

La educación pública

A juicio de la directora del IE, Carmen Sotomayor, pese a que la dictadura tuvo muchos efectos en el sistema educativo chileno, uno de los más importantes fue el impacto sobre la educación pública, derivado, entre otros, de la municipalización de ésta y de una serie de medidas que beneficiaron a la educación particular subvencionada. “Esto es muy delicado porque la educación pública es como la base que nos puede dar una cohesión e integración social a todos los niños y niñas y eso se ha debilitado enormemente con esta municipalización que estamos recién revirtiendo con la nueva Ley de Educación Pública, lo que no es fácil tras 40 años”, precisó la directora del IE y profesora de Estado.

Con ella coincidió la Premio Nacional, Beatrice Ávalos: “La tarea central hoy es reavivar la educación pública, que la dictadura trató de destruir. Esto implica un gran esfuerzo por instalar bien los Servicios Locales de Educación, por parte del Ministerio de Educación, docentes y encargados de gestión”.

Salarios, profesión y formación docente

La académica de la U. de Chile y Premio Nacional de Educación, Beatrice Ávalos, también se refirió a la municipalización de la educación como uno de los mayores impactos de la dictadura sobre la educación, pero en específico en lo que significó para los docentes. “Uno de los grandes efectos negativos de la dictadura fue el trato que se le dio a los y las docentes. Se atacó a los profesores como actores centrales en los procesos educativos, mediante el desmantelamiento del sindicato (hoy Colegio de Profesores), aumento de la carga laboral y salarios no relacionados con los de otras profesiones”, precisó. Añadió que a ello se agregó una organización vertical de la administración escolar, trasladada a municipios, y rebaja en la calidad de la formación inicial docente mediante el cierre de facultades de Educación. Pese a que estas políticas se han ido corrigiendo con reformas como la Ley de Desarrollo Profesional Docente, a juicio de la académica, aún no logran revertirse del todo.

“También muchos docentes sufrieron persecución y fueron desaparecidos”, añadió la académica.

Un cambio en el eje del sistema educacional

Un cambio radical en el eje en el que el país construía y basaba su sistema educacional. Ese es para Cristian Bellei, investigador del CIAE y doctorado en sociología de la U. de Harvard, el principal impacto que significó el golpe y la dictadura sobre la educación. “Durante las cuatro décadas previas a 1973, Chile venía construyendo un sistema educacional bajo la noción de un Estado de bienestar, bajo los principios de que la educación es central para el desarrollo nacional, de la justicia social y que es un derecho universal”, precisó Bellei. Para el también académico de la U. Austral, esta idea del Estado de bienestar es lo que se interrumpe con el golpe militar, siendo reemplazado por un modelo neoliberal en el que la educación se estructura en base a intereses privados individuales.

Este punto también es destacado por Liliana Morawietz, investigadora del CIAE, como uno de los impactos mayores de la dictadura sobre la educación: la implementación de una lógica de la educación como un bien de consumo que no sólo interrumpe el proceso de expansión de la cobertura y el acceso a la educación que venía desde antes de la Unidad Popular, sino que también conlleva un correlato en el modo como se entiende el conocimiento. “Se corta toda esa lógica de generar conocimiento y saber, no solo desde los estratos más altos, sino que, desde el conjunto de la sociedad, de personas que estaban estudiando de manera gratuita y se transforma profundamente qué tipo de conocimiento se puede producir”, afirma la asistente de investigación.

Agrega que esto se vio agudizado con la exoneración y el exilio de muchos académicos, científicos y artistas que estaban generando saber en el país y “será reemplazado por una lógica muy oscura que tiene que ver con la clausura de todos los espacios de participación democrática, donde no hay espacios de deliberación democrática, de diálogo que son propios de la existencia de distintos estamentos dentro de la educación superior”. A su juicio, la clausura de espacios de articulación implicó el desaprender una manera de debatir y convivir en democracia que tiene efecto hasta el día de hoy.

La ciudadanía, el mayor desafío de la educación para la democracia

En cuanto a los desafíos en educación para aportar al fortalecimiento de la democracia, las y los investigadores coincidieron en que para esto es clave la formación de la ciudadanía. “Hay que formar a las nuevas generaciones en la democracia, la importancia de ser ciudadanos, de resguardar el diálogo, respetar la Constitución y las leyes como forma de resolver los conflictos y siempre respetar, ante todo, los derechos humanos”, precisó Carmen Sotomayor.

Para Cristian Bellei, la formación de una ciudadanía crítica es una de las dos tareas que tiene la educación para el fortalecimiento de la democracia tanto en términos de distribución como de contenido. “La educación tiene que ayudarnos a conformar una ciudadanía crítica e informada, capaz de estar alerta a los discursos de odio, a las fake news y que sepa convivir y aprender a vivir con los demás, valorar la diferencia y respetar los derechos humanos. En definitiva, a tener una convivencia armónica y civilizada entre todos y todas”.

La otra tarea, aseguró, es que la educación “tiene que ser un derecho social universal garantizado, un derecho de los niños, las niñas y los jóvenes, que no dependa del bolsillo de sus familias ni de ninguna otra característica que ellos hereden y que dé oportunidades de desarrollo amplias”.

En resumen, “una convivencia armónica y civilizada, la justicia y la solidaridad son lo medular que la educación puede contribuir para nuestra democracia”.

Para Beatrice Ávalos, la democracia debe ser un desafío cotidiano para el sistema educativo. “La democracia es algo que se vive, se vive y se construye día a día en el sistema educacional, en cada una de las escuelas, en cada una de las comunidades educativas y siempre hay situaciones públicas y privadas que la amenazan y que es necesario enfrentar mediante el análisis reflexivo y el diálogo”, indicó. Agregó que esto implica que “nuestras escuelas, liceos e instituciones de educación superior deben asegurar formas de funcionamiento democrático, como la colaboración entre docentes y directivos, formas de enseñanza que valoren el aporte de estudiantes, análisis de situaciones a nivel nacional e internacional en las que los principios democráticos puedan estarse vulnerando”.

Complementando esta idea, Morawietz señala que el gran desafío de la educación es “enseñarnos a convivir”: “en ese espacio de ciudadanía que es la escuela, necesitamos aprender a convivir, a respetarnos, a entender la autoridad desde una lógica de respeto y de diálogo”.

Le invitamos a revisar los videos de cada uno de los investigadores y académicos que participaron de esta nota.


Fuente: Comunicaciones CIAE

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