Mucho se habla hoy día de la importancia de los docentes en la educación de nuestro país y en los procesos formativos de niños y jóvenes. Y es claro, los profesores y profesoras no solo traducen y recrean en la enseñanza diaria los contenidos y competencias definidos en el currículum nacional, sino que también acogen y acompañan a los estudiantes en su desarrollo como personas, en un período determinante de sus vidas. De hecho, los niños pasan una gran parte del tiempo con sus maestros, llegando a transformarse para ellos en importantes referentes del mundo adulto. Pero ¿qué piensan los propios profesores de su tarea como docentes? ¿Cómo perciben su misión? ¿Cómo influyen en ellos sus estudiantes? ¿Qué los motiva a permanecer en la profesión?
Un estudio reciente sobre la identidad de los profesores chilenos[1], que combinó datos cuantitativos y cualitativos[2] trabajó sobre cinco aspectos clave de su construcción identitaria, de acuerdo a la literatura internacional: la vocación, la misión, la motivación, la percepción de eficacia y la disposición al aprendizaje continuo. La vocación refiere a las razones que tienen los profesores para elegir su profesión. La misión indica la manera en que estos definen la tarea del docente, sus creencias sobre la profesión y el sentido que le dan. La motivación está relacionada con las razones que invocan para permanecer y proyectarse en la docencia, el compromiso personal y las emociones que están en juego cuando realizan su labor. La percepción de eficacia se refiere a la visión que tienen los docentes sobre su capacidad pedagógica y estrategias para potenciarla. Finalmente, la disposición a seguir aprendiendo a lo largo de su vida profesional parece ser un elemento particularmente relevante para los docentes y que contribuye a reafirmar y reconstruir su identidad.
Siguiendo los elementos enunciados, los docentes estudiados eligieron su profesión por una vocación pedagógica y una vocación social. Es así que los profesores, especialmente los más jóvenes, no eligieron ser docentes por las condiciones salariales ni de empleo, sino que por el deseo de comunicar conocimientos, por la importancia social que dan al trabajo con niños y jóvenes, y porque esta profesión los realiza en lo personal. La afirmación de la vocación pedagógica y social de los profesores surge como un componente esencial de su identidad profesional, y explica no solo por qué eligieron la docencia, sino también por qué permanecen en su ejercicio, a pesar de las condiciones laborales y salariales reconocidas como adversas.
A su vez, los docentes tienen un fuerte sentido de misión definido por dos grandes tareas: el logro de aprendizaje de sus alumnos y la formación valórica de estos. Ambas son parte de su identidad y generan un alto grado de compromiso con su tarea. Para el ejercicio de esta misión y como referentes de sus alumnos, los profesores y profesoras entienden que deben contar con competencias profesionales sólidas y demostrar una integridad personal. Sin embargo, ellos perciben que esta doble misión que da sentido al día a día de la tarea docente no es comprendida de igual manera por la sociedad, que parece acentuar solo la dimensión reflejada en los logros de aprendizaje de sus alumnos. Así, la identidad de los profesores es vivida como una tensión, a veces conflicto, entre los elementos centrales de su misión como ellos la entienden (equilibrio entre logros académicos y formativos) y los énfasis, que consideran sesgados, de las autoridades y las políticas educacionales.
Por otra parte, la evidencia recogida de la encuesta y entrevistas deja ver la gran motivación que declaran los docentes por su profesión, siendo ligeramente mayor entre los más jóvenes y levemente menor entre los docentes de establecimientos municipales. La principal fuente de motivación de los docentes son sus propios alumnos y las actividades que desarrollan con ellos en el aula. El aula es un espacio gratificante para su labor, por ello son tan celosos de resguardarla frente a los directivos, apoderados o cualquier agente externo. En el aula, son los estudiantes quienes los incentivan diariamente a adquirir nuevos conocimientos y desarrollar estrategias que sirvan para despertar y comprometer el interés por aprender de estos. Lo anterior también explica la razón de su desaliento cuando se encuentran con alumnos que parecen no tener expectativas frente a la educación, situación más frecuente en los colegios municipales o subvencionados que atienden a poblaciones de bajo nivel socioeconómico.
A pesar de la clara definición vocacional y de misión que tienen los profesores, algunos de ellos, específicamente los de Educación Media, se sienten menos satisfechos de su eficacia como docentes. Esto, según algunos de ellos, se debe al carácter más demandante y crítico de los alumnos de este nivel y, también, a la sobrecarga de trabajo producida por tener que enseñar en muchos cursos.
Una consecuencia importante y positiva de esta insatisfacción es la disposición y gran interés de los profesores estudiados por seguir aprendiendo y potenciar sus capacidades profesionales, lo que es también una clave importante de su identidad. Al respecto, valoran el efecto sobre el mejoramiento de sus prácticas que resulta de la colaboración con sus pares. Así, variadas formas de trabajo entre colegas, el diseño de innovaciones curriculares o proyectos a nivel de escuela y haberse iniciado en un establecimiento exigente y organizado, son percibidos como factores que contribuyen a la calidad de su trabajo como docentes. Por otra parte, la formación continua formal (cursos o programas de postgrado) también es valorada por los maestros, ya que los ayuda a mejorar su modo de enseñar y evaluar, y a interpretar mejor el currículum vigente y sus cambios. Los efectos de la formación continua son más relevados por los profesores municipales y los de mayor experiencia. En cambio, los docentes más jóvenes destacan los efectos de la formación inicial a la que reconocen la entrega de herramientas para planificar clases, comprender conceptos del currículum y promover valores transversales.
El estudio realizado da indicios de cómo la identidad de los docentes chilenos está tensionada por las expectativas de una sociedad que ve en la educación la principal palanca para el desarrollo social y económico del país. En este contexto, en que prácticamente los niños y jóvenes de todos los sectores sociales han ingresado al sistema escolar (lo que no ocurría hace treinta años), los docentes sienten que la sociedad les exige resultados sin comprender bien los complejos cambios que se han asomado a la escuela. A pesar de ello, conviven en la identidad de los profesores estudiados, un sentido social y pedagógico de la tarea docente que trata de superar esta tensión. Por último, expresan con fuerza su motivación por la profesión y procuran seguir aprendiendo en razón de los alumnos que le confieren sentido a su trabajo.
[1] Ver Sotomayor, C. (2013). “La identidad docente y sus significados” en Beatrice Ávalos (editora) ¿Héroes o villanos? La profesión docente en Chile. Santiago: Editorial Universitaria, 91-123.
[2] Encuesta a más de 2.000 profesores, representativa del país, siete estudios de casos y ocho grupos de discusión.