No importa el contexto. La labor de la docencia es necesaria y todas las culturas la han apoyado, incluyendo en las situaciones de precariedad, riesgo o de catástrofe. Profesoras y profesores históricamente se han adaptado y, con las herramientas y recursos disponibles, han hecho surgir a sus estudiantes. Del mismo modo, en esta pandemia, los docentes se han transformado en innovadores, y con creatividad y flexibilidad están desarrollando actividades de aprendizaje a partir de una mirada más integral de sus estudiantes.
Facilitadores e innovadores en los procesos educativos, más de 2.000 docentes de todo Chile compartieron sus experiencias en el estudio “COVID-19: Nuevos Contextos, Nuevas Demandas y Experiencia Docente en Chile” realizado por el CIAE de la U. de Chile, el Centro de Investigación para la Educación Inclusiva y la red de servicios para la educación EduGlobal, con el apoyo de UNESCO.
Para facilitar la enseñanza a distancia, rápidamente los y las profesoras comenzaron a usar las redes sociales y las herramientas digitales. Desarrollaron nueva autonomía y nuevas formas pedagógicas de enseñanza, contribuyendo a una re-significación del rol de la escuela. La generación de vínculos más cercanos con sus alumnos y familias, les visibilizó los distintos contextos y realidades materiales en que aprenden sus estudiantes.
El estrés docente, que no necesariamente acompaña a las tareas educativas, aumentó debido a la preocupación por los estudiantes, sus situaciones familiares y la necesidad de elaborar nuevas formas de apoyo al aprendizaje. Según lo declaran los docentes encuestados, este tiempo de pandemia les advirtió que uno de los principales factores escolares asociado al aprendizaje de niños y jóvenes, es el factor emocional: afectividad es efectividad, dos palabras que no sé quién unió con tanta sabiduría. Así, ellos y ellas destacan como importante la contención emocional de sus estudiantes y el poder brindarles un espacio de acogida para la enseñanza- una tarea descrita como transversal y contundente. En este contexto y con esta actitud han escudriñado los apoyos existentes, los del Ministerio de Educación y los que ofrecen las diversas “plataformas” que van descubriendo. En esto, se ayudan unos a otras. Así, han reelaborado sus modos de enseñar, utilizando formas mas apropiadas como la “clase invertida” o la clase activa en que el aprendizaje surge de resolver problemas y discutir soluciones en forma conjunta con sus estudiantes. Dicho de otro modo, los y las docentes, en tiempos de pandemia, han acentuado su carácter profesional y están re-inventando su trabajo.
Esta re-invención de su trabajo y los factores emocionales que lo rodean sugieren que cuando se produzca el retorno a la clase presencial, ésta no será como siempre fue. Las comunidades escolares deberán innovar en cómo manejan las demandas por avance y logros de aprendizaje en sus estudiantes y la contención socio-emocional requerida, utilizando lo aprendido en formas de comunicación y enseñanza durante la larga situación de encierro.
La invitación es a escuchar los resultados de ésta y otras encuestas de similar enfoque, valorar lo que los docentes han aprendido y desarrollado en términos de relaciones pedagógicas y socio-emocionales con sus estudiantes entendiendo, como lo saben los docentes, que educar es una de las tareas sociales de mayor complejidad y trascendencia personal, familiar y social.