Enseñar es una habilidad cognitiva compleja, clave para la vida en sociedad. De acuerdo con Tomasello (2009), enseñar es un tipo de conducta altruista, fundada en una motivación por ayudar, en la cual individuos donan sus conocimientos a otros para su uso. Los primeros esbozos del enseñar en los seres humanos aparecen durante el primer año de vida y éste continúa su desarrollo hasta la etapa adulta (Strauss & Ziv, 2012). Así, enseñar es tan natural en los seres humanos como aprender, memorizar o percibir. De esto se desprende que todos/as podemos enseñar a un nivel básico en contextos cotidianos, por ejemplo, cuando enseñamos las reglas de un juego o enseñamos cómo usar una herramienta.
No obstante lo anterior, es importante dejar muy en claro que el despliegue de la habilidad cognitiva de enseñar a un nivel básico es radicalmente distinto al enseñar experto que ejercen los(as) profesores(as) en contextos educativos. Tal como cualquiera de nosotros requeriría de varios años de entrenamiento musical para pasar de un nivel de habilidades musicales básicas a un nivel de músico experto, para enseñar a un nivel profesional como lo hacen los(as) profesores(as), también se requiere de una rigurosa y profunda práctica de esta habilidad cognitiva para poder hacer frente a los desafíos que imponen los contextos educativos. El enseñar experto requiere el despliegue eficiente de destrezas específicas tales como habilidades metacognitivas, cognición social (Rodríguez, 2013), atención selectiva (Van Es & Sheri, 2008) y una criteriosa toma de decisiones (Shavelson, 1973). Además, se debe considerar que todos estos procesos cognitivos se van integrando in-situ, de forma armónica y dinámica, en el transcurso de una clase. Así, enseñar como lo hace un(a) profesor(a) experto(a) requiere de una movilización de recursos cognitivos a gran escala que sobrepasa por mucho al mero enseñar básico cotidiano. En términos sociales, es llamativo constatar cómo la pedagogía o enseñar experto, es de las pocas disciplinas (junto con la medicina) que impactan de forma transversal y profunda el desarrollo de un país. Por ejemplo, a nivel micro influye sobre el rendimiento académico de los estudiantes y la calidad de las escuelas (Barber & Mourshed, 2008); y a nivel macro, influye sobre la movilidad social de los estudiantes, puede revertir inequidades sociales y mejorar los índices económicos de un país (Hanushek, 2008; 2011).
En este punto parecen evidentes los beneficios que tendría para el Estado asegurar una formación inicial y continua de calidad que dote al país de profesores(as) profesionales expertos(as) en enseñar. Tal es la relevancia de este punto, que en varios países se ha reconocido la importancia de los(as) profesores(as) a nivel constitucional y el deber del Estado en asegurar un desarrollo profesional de calidad desde la formación inicial hasta el ejercicio maduro de la profesión docente. Por ejemplo, el 2019 México incluyó en el artículo 3 de su Constitución lo siguiente: “Las maestras y los maestros son agentes fundamentales del proceso educativo y, por tanto, se reconoce su contribución a la trasformación social. Tendrán derecho de acceder a un sistema integral de formación, de capacitación y de actualización retroalimentado por evaluaciones diagnósticas, para cumplir los objetivos y propósitos del Sistema Educativo Nacional”. Otro ejemplo lo encontramos en la constitución de Honduras, que en su artículo 163 se indica que “La formación de docentes es función y responsabilidad exclusiva del Estado”, y en el artículo 165 se declara que “La Ley garantiza a los profesionales en ejercicio de la docencia su estabilidad en el trabajo, un nivel de vida acorde con su elevada misión y una jubilación justa”.
Por todo lo anterior, resulta clave seguir el buen ejemplo de otros países y elevar a rango constitucional el rol transformador que tienen los(as) profesores(as), dejando explícito el deber y compromiso directo del Estado en la formación inicial y continua de profesionales expertos en enseñar, junto con garantizar condiciones tributarias, salariales y de jubilación excepcionales para educadoras(es) y profesores(as), congruente con la importancia que tiene el enseñar experto para el desarrollo del país.