Varios meses han pasado desde que las medidas de distanciamiento físico y confinamiento se iniciaron en nuestro país, lo que ha impedido que los niños, niñas y adolescentes (NNA) vuelvan a asistir a sus colegios de manera presencial. Frente a este problema, que tiene repercusiones en diversos ámbitos del desarrollo de los estudiantes, Corporación Opción organizó  el Conversatorio “Sentido de la educación y derechos de la niñez en tiempos de pandemia”, que reunió a Camila Rojas, presidenta de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, y Cristián Bellei, investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, con Francisco Figueroa, Coordinador de Redes de Opción y quien tuvo el rol de moderador.

Frente a la actitud inicial que tuvo el gobierno, que incluso en marzo mencionó el 27 de abril como fecha para comenzar un paulatino regreso a clases presenciales, Bellei señaló: “Las reacciones como buscar la pronta vuelta a clases, o el decir que este tiempo no es de vacaciones, no son solo rigideces de la autoridad. El sistema escolar se creó como un sistema riguroso, de reglas, que busca proveer a todo el mundo de una experiencia formativa más o menos parecida. Esas reglas para que el sistema escolar dé su servicio, como la organización por curso, los horarios, las evaluaciones y la repitencia son hoy más un problema que una ventaja. Tanto a las autoridades como a las escuelas y liceos les ha costado centrarse en las necesidades de niños y jóvenes para ayudarles a lidiar con situación de confinamiento”.  

Los expertos coincidieron en que lo mejor para enfrentar esta situación de pandemia, pero también para cualquier contexto, es un sistema de educación que se enfoque en dar una formación integral a los NNA. “En nuestro sistema se genera una oposición. La escuela podría ser espacio de contención, de búsqueda de bienestar, que da tranquilidad y genera certidumbre. Hoy, sin embargo, es un espacio que genera agobio a los niños, niñas, adolescentes y profesores, y también una sobrecarga: ambos problemas están asociados a la lógica de rendimiento, donde los objetivos son entrenarse para la PSU y el Simce. El desafío que tenemos es salir de este circuito. Hoy tenemos un grupo importante de personas que sigue creyendo que sin Simce básicamente no podremos tener un sistema educativo. También hay experiencias que están ocurriendo, profesores o sostenedores que intentan ir a contrapelo de esta lógica, pero la idea es que todos los niños y niñas puedan tener esta formación más integral, contextualizada y que tenga menos que ver con este entrenamiento que es tan nocivo, que entrega pocas herramientas”, comentó Rojas.

Otro punto discutido fueron las ventajas que tendrá la instalación de un sistema de educación pública amplio y robusto. “La educación pública crea un sistema institucional que permitiría enfrentar esta situación de pandemia y otras de mucho mejor manera. Hoy, el sistema escolar chileno no tiene capacidad de responder como sistema porque está privatizado y atomizado, y en manos de municipios que en su mayoría o no les interesa o no son capaces de gestionar la educación. Hoy no hay herramientas institucionales de apoyo o respuesta. Sería mucho mejor si tuviéramos capacidad de organizar equipos territoriales, ir a las familias cuando no se puede tomar contacto, y asegurarse de que cada estudiante sea contactado, para ver cuáles son sus necesidades para seguir con su educación”, indicó el investigador del CIAE. “El momento de conformar un sistema con insumos que vengan desde las comunidades tiene que ocurrir, y con la estrategia de educación pública se intenta, pero ha habido hartas dificultades en el proceso de implementación de los servicios locales. La brecha entre diseño e implementación es bien grande”, complementó la diputada. 

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