Las académicas de la Universidad de Sussex y de Örebro University, Louise Morley y Liisa Husu respectivamente, fueron las invitadas principales de la Tertulia en Educación Superior dedicada al género en la educación superior, realizada el 24 de abril en el CIAE del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la Universidad de Chile.
La actividad estuvo organizada por el Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la U. de Chile y el Centro de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE) de la UC y se realizó con financiamiento de los proyectos de Conicyt, Fondecyt 1170374 y Redes 170106.
En la ocasión, Louise Morley expuso sobre lo que llamó la agenda postbinaria de género y cómo atraer a más mujeres hacia puestos de liderazgo. “En diferentes ámbitos y países, existe el mismo discurso: ‘¡oh! no tenemos ninguna mujer en el directorio. No tenemos mujeres en ciencias, en justicia, en el gobierno’. Y hay todo un temor acerca del número bajo de mujeres y su participación en diversas instancias o instituciones. La agenda feminista se ha transformado en algo demográfico, en un número, no hay análisis, no hay comprensión sobre cómo generamos equidad en la práctica diaria”, explicó la académica.
Agregó que lograr equidad en términos de números es necesario, pero instó a ir más allá. “La investigación que hicimos sugiere que hay múltiples explicaciones, lecturas sobre por qué las mujeres no llegan a puestos de liderazgo. Es verdad que las mujeres son rechazadas en esos puestos, pero también es verdad que las mujeres ven esos cargos y dicen: ‘eso no es para mí’. ¿Cómo hacemos a las mujeres elegibles para ejercer liderazgo? ¿Qué es lo que no se ve cuando se mira a una mujer?”
En ese sentido, planteó que en la actualidad también la academia está en dinámicas propias del neoliberalismo. “El management y la reputación son muy importantes y cada vez más la identidad académica tiene que ver con ser un buen emprendedor académico: obtener dinero para investigación, atraer alianzas internacionales, hay una masiva financiación de la práctica académica. El conocimiento se equipara a innovación y todo ahora tiene que ser aplicado. Vivimos en una muy competitiva economía del prestigio”. Agregó que la agenda feminista tampoco ha escapado de esta tendencia. “No hay análisis sobre el contexto social, no hay análisis estructural de diferencias. Eres responsable de tu éxito profesional, de tu bienestar, de balancear tu éxito profesional con tu vida familiar y si sufres de estrés, es que no sabes manejar tu vida, no conoces los límites… es tu culpa. Buscamos hacernos visibles, “ser la emprendedora del año”, “la mujer más exitosa del año”, etc. Pero ¿de qué manera esa es una solución individualista a un problema estructural mucho mayor?”, cuestionó.
Agregó que si la agenda feminista se limita a “contar” a las mujeres en puestos de liderazgo o en ciertas áreas, cuando se logre equiparar las cifras, la discusión se agotará. Por eso, hizo un llamado a cuestionar las narrativas sobre liderazgo y el rol de las mujeres. "Una de las conclusiones de nuestras investigaciones es la carga afectiva que implica el liderazgo, el estrés, el tener que constantemente estar demostrando tu capacidad, las expectativas sobre la coerción que ejerce el liderazgo. Esto hace que muchas mujeres piensan que el liderazgo tradicional restringirá su potencial. Liderazgo es conflicto, es peligro, muchas mujeres lo rechazan por eso", dijo.
El caso de Suecia
Por su parte, la académica Liisa Huusu expuso sobre patrones de género e inequidades en el financiamiento de investigaciones.
La experta planteó que la carrera académica continúa siendo altamente inequitativa en términos de género en Suecia y otros países, pese a décadas de intervenciones de equidad de género tanto en desempeño como en financiamiento de investigación. Explicó que el éxito en obtener financiamiento externo es uno de los elementos claves que contribuyen al avance de la carrera académica en la mayoría de los sistemas nacionales de investigación y que, en particular, los instrumentos de mercado de excelencia en Europa y en el norte global han producido inequidades y han beneficiado más a hombres que mujeres.
Por eso, añadió es necesario preguntarse qué tipo de desafíos enfrentan los investigadores doctorales y académicos en sus ambientes y carreras y cómo podemos crear organizaciones académicas más equitativas e inclusivas, donde todos los talentos puedan avanzar. Agregó que también es necesario cuestionarse cuál es el rol de los líderes de las universidades en promover cambios hacia una carrera académica más inclusiva y equitativa.
Por último, agregó que hay un deseo político de hacer algo en las universidades en torno a la equidad de género. “Hay oficinas de género y oficiales de género, estamos en el proceso de analizar esto y en algunos años estaremos en condiciones de analizar sus efectos. Esto ha generado mucho movimiento y ha abierto la discusión en torno al debate de género”, puntualizó.