Desde que era niña, Johanna Pinto sabía que quería dedicarse a la enseñanza. "Apoyar a otros, enseñarles, es algo que siempre me ha motivado y entretenido", comenta. Estudiar pedagogía general básica fue un camino que le permitió, además, profundizar sus intereses en el arte, el lenguaje y las ciencias.
Formada en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), Johanna recuerda a sus profesores con cariño y admiración. "En la UMCE, los docentes tenían un enfoque muy humano, realmente se preocupaban por cada uno de nosotros. Uno de los sellos de sus clases era ponerse en el lugar del estudiante", explica. Esta perspectiva ha sido fundamental en su propio enfoque pedagógico, y le ha permitido diseñar estrategias de enseñanza significativas y duraderas.
Johanna lleva 19 años trabajando como profesora de lenguaje en el Colegio Javier Eyzaguirre, ubicado en la localidad rural de Chada, en Paine. En su trayectoria ha enfrentado diversos desafíos. Recuerda que, en 2017, vivió uno de los momentos más desafiantes de su carrera:"Cuando me bajaron a primero básico fue un cambio muy fuerte. Tenía miedo, no sabía cómo iba a enseñar a los niños a leer", recuerda. Particularmente porque era un curso complejo, los niños y niñas tenían una autoestima muy baja, con miedo a la frustración y con diversas necesidades educativas. “Estaban muy tensos, tenían miedo a cometer errores", añade.
Fue en este periodo, como parte del Programa de Integración Escolar (PIE), cuando Johanna comenzó a trabajar en dupla con una educadora diferencial. Para ella, este trabajo colaborativo fue clave y le permitió explorar nuevas estrategias. “Justamente la educadora diferencial tenía muchos conocimientos sobre neurociencia y también sobre estrategias de meditación, de desarrollo de la autoestima”, describió.
Así comenzó su camino de innovación dentro del aula, partiendo con un primero básico y luego con otros cursos. Introdujo prácticas de meditación y respiración consciente, desarrolló estrategias para reforzar la autoestima y utilizó el error como una herramienta de aprendizaje en espacios seguros y controlados para trabajar la frustración. Reforzar la autoestima, la empatía por el otro, el estar “presentes” y conectados con su entorno, lo describió como algo esencial para fortalecer el aprendizaje de las y los estudiantes.
Para ello, utilizó diversas actividades teniendo en cuenta las fortalezas intrínsecas de las y los niños, como el juego. También implementó metodologías que facilitaron la enseñanza entre pares y que motivaron su participación, como el intercambio de roles entre “docente” y “estudiante” y los quiebres cognitivos (Descargar ficha pedagógica).
Otro elemento importante fue conocer profundamente el contexto de sus estudiantes, identificar fortalezas y debilidades. “Socioemocionalmente nuestros niños tienen varias amenazas, familias disgregadas, prejuicios. Hay padres que tenían las expectativas muy bajas de los hijos. Estamos luchando para que no vean al profesor como autoritario, en alguien que puede confiar, que puede guiar”.
En este sentido, señala que hay que ser conscientes de que la estrategia que se aplique a un curso en cierto momento y contexto probablemente no servirá para otro grupo de estudiantes , aunque sean del mismo nivel. “Los niños van cambiando y, en consecuencia, la estrategia”, explica. Por ello, otro paso importante que identifica es el proceso de indagación para luego determinar con qué objetivo trabajar.
El apoyo de la escuela y el ambiente de colaboración también han sido elementos relevantes. En este punto releva la retroalimentación recibida de la evaluación docente y la política de acompañamiento en el aula, que posibilita la retroalimentación constante entre pares. Otro aspecto en su camino de innovación ha sido el perfeccionamiento constante. "Capacitarse continuamente es una responsabilidad profesional", enfatiza.
Finalmente, indicadores como la asistencia a clases, el seguimiento de los resultados de evaluaciones, la retroalimentación de sus colegas y los cambios en la disposición de los estudiantes fueron clave para medir el impacto de estas nuevas estrategias, que según relata han ayudado a los niños y niñas a mejorar su autoestima, autopercepción, participación y a vencer ciertos miedos, logrando un buen clima de aprendizaje en la clase.
Recientemente, Johanna pasó a ser parte del equipo directivo como apoyo UTP. A futuro se proyecta en este espacio: “Desde esta área puedo hacer retroalimentación a mis colegas, buscar en conjunto nuevas estrategias. Lo veo como un espacio de crecimiento en el que espero seguir innovando”.
Catalina Fuentes - Comunicaciones CIAE