Con una concurrencia de casi 300 personas se desarrolló el seminario online “Escuelas de reingreso en Chile, para avanzar en su reconocimiento y fortalecimiento”, que dio a conocer las principales conclusiones del diagnóstico hecho por el Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile (CIAE), Focus, Fundación América Solidaria y Fundación Hogar de Cristo, sobre las escuelas de segunda oportunidad o reingreso.
Al inicio, se recordó que hace poco más de un año, fundación Súmate organizó un seminario presencial –eran otros tiempos– llamado “Del Dicho al Derecho”, donde se presentó un modelo de calidad para escuelas de reingreso, el que estuvo rodeado de una larga polémica por las cifras. ¿Cuántos niños, niñas y adolescentes están fuera del sistema escolar en Chile? ¿Más de 100 mil o sobre 200 mil?, fue la gran controversia, olvidando que sea cual sea el número, que haya niños, niñas y jóvenes excluidos de la educación es el verdadero escándalo.
Raimundo Larraín, jefe de la división de educación general del Ministerio de Educación, como representante del gobierno invitado a abrir el seminario, señaló que la crisis sanitaria global y sus consecuencias económicas y sociales ya están teniendo “un efecto invisible y devastador sobre la desescolarización”.Y agregó “desde octubre del año pasado veníamos viendo situaciones gatilladoras de abandono escolar, pero la pandemia, sin duda, disparará la deserción de niños, niñas y jóvenes del sistema”.
Respecto del estudio, además de celebrar su realización, partió afirmando que hoy las escuelas de educación de adultos están mayoritariamente llenas de jóvenes de 16, 17, 18 años, que buscan terminar en ellas sus estudios. Y que se necesita de manera imperiosa una “institucionalidad para las escuelas de reingreso”. Habló además de la importancia de la prevención, la alerta temprana y de combatir el ausentismo escolar, que está directamente relacionado con la
exclusión.
Tras la intervención de Larraín, el doctor en economía y experto en educación, Juan Pablo Valenzuela, del CIAE, resumió ejecutivamente el estudio. Contó que hay 20 escuelas en Chile que se definen a sí mismas como de reingreso, y que son muy heterogéneas entre sí. De ellas, 5 fueron las analizadas cuali y cuantitativamente para el estudio.
Los énfasis del investigador estuvieron puestos en la importancia clave de lo sicosocial en esta modalidad de enseñanza, incluso por sobre lo académico; en la flexibilidad de los modelos educativos, porque, señaló, “este no es un tema sólo pedagógico y de posterior inserción laboral de niños y jóvenes, que pertenecen al 40% más pobre de la población. Se trata de ayudarlos a construir un modelo de vida”.
Señaló también la importancia de cuidar la estabilidad y permanencia de los equipos educativos, porque cerca de un 30% de los profesores dura sólo un año en estos establecimientos.
“Atraer y retener a los profesores de estas escuelas es muy relevante, porque se trata de una especialización muy particular, y esto pasa por el desarrollo de los recursos humanos y por las condiciones laborales”.
Rocicler Urra, directora del Centro de Educación Integrada de Adultos Juanita Zuñiga Fuentes de Parral, y Pablo Valencia, director del Colegio Alicura de Peñalolén, comentaron la presentación de Juan Pablo Valenzuela, aterrizando su exposición en el terreno.
Rocicler dijo que nunca había que dejar de “pedir, pedir, pedir” por estos alumnos invisibles para la mayoría, pero que hacerlo era desgastador y alejaba del objetivo central: dedicarse a los alumnos. Esto porque cada año tienen que pedir más fondos vía concursos o presentación de proyectos, “y si el alcalde no tiene sensibilidad por el tema, hasta ahí llegamos”. Algo parecido dijo Pablo, quien definió a su establecimiento como un meteorito que al llegar asustó a toda la comunidad “porque lo consideraban un colegio de flojos, de excluidos y de cosas peores, pero ha terminado siendo aceptado y valorado como un actor cultural y creativo por los vecinos”.
Benito Baranda por su experiencia en otros países de la región hizo interesantes comparaciones, pero donde más tocó a la audiencia, a juzgar por las reacciones en el chat online, fue cuando llamó a todos “a entender que acá no se trata de cuál es el mejor modelo técnico. Lo que nos debe mover es contribuir a que estos niños y jóvenes recuperen la dignidad que les ha sido usurpada porque siempre han vivido en contextos adversos”.
Liliana Cortés, de Fundación Súmate, por su parte, destacó la experiencia de los que llevan años trabajando en esta modalidad de reingreso y que son quienes tienen el conocimiento, para construir la institucionalidad requerida.
Finalmente, todos coincidieron en lo relevante del estudio, en la imperiosa necesidad de lograr financiamiento estable y una institucionalidad oficial y en que –lamentablemente– serán los más vulnerables, los invisibles, los mal llamados desertores, los que sufran con mayor dureza el impacto de la pandemia sobre sus trayectorias educativas. Como dijo gráficamente Benito Baranda: “Esto se parece pero es peor a lo que pasó con los chicos de la Caleta Tubul, en Arauco, después del tsunami de 2010”.