Dentro de las experiencias más exitosas que me ha tocado vivir en mi quehacer profesional está el análisis de las actividades novedosas, lúdicas y sobre todo contextualizadas en la enseñanza de las matemáticas que, por un temor y tranca personal, había arrastrado desde mi niñez.

Treinta años en aula con niños de Kinder a 4° básico y ocasionalmente hasta 8°, fueron dejando en mí una evidencia de que los profesores hacemos mejor lo que sabemos y “queremos”. Esto hizo que las matemáticas fueran siempre un tema que movilizaba temores en mí, y que –por lo tanto– traspasaba a mis niños. Entonces ¿qué se hace con los temores?…”se enfrentan, así se disipan”, me dijeron por allí. Así comenzó mi acercamiento al área conocida por mi mente, pero desconocida por mi corazón: las matemáticas.

El año 2007, comencé una especialización en la asignatura en la Universidad de Chile (mi alma mater), y ocurre lo impensable para mí…descubro que no solo puedo moverme y relacionarme con los números, sino que los disfruto a concho y siento con gran alegría cómo me “enamoro” de lo que hasta ese momento me atemorizaba. No solo mi yo interno cambia, sino que también traspaso a mis niños de 4° básico, que tenía ese año, todo lo que aprendo a diario en Las Palmeras; enseño las visualizaciones de las fracciones con transparencias del Profesor Jorge Soto Andrade, las Metáforas navegacionales para los números negativos del Profesor Roberto Araya Schulz, que llega por una casualidad a hacer un reemplazo al Post título, y lo que comienza como un traspaso de satisfacciones, se convierte en un método de enseñanza lúdico, pero seguro. Los niños construyen cuerpos geométricos en Educación Tecnológica, que se convierten en móviles en Artes, y se clasifican en la clase de Matemáticas.

Es entonces que se presenta el momento de tomar decisiones muy importantes para la vida de un profesor: ¿sigo replicando lo que ha funcionado mucho tiempo, aunque sea de mediana calidad, o me perfecciono y lo hago a conciencia? Por supuesto, no es fácil, pero en mi caso fue el cambio más significativo de mi vida profesional y que hoy me lleva a eventos tan importantes como estar armando el Marco teórico de un Doctorado en Didáctica de las Matemáticas y exponer el próximo 8 de noviembre de este año en Buenos Aires. ¡Increíble!, allí estarán las experiencias de mis niños! Sus éxitos serán compartidos con otras personas de diferentes países y, como si fuera poco, avalado por las experiencias ganadas con el trabajo de investigación de grandes académicos, como los Profesores Araya, Soto-Andrade, Mena, Cubillos y Gálvez.