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Proyecto CIAE medirá interacciones sociales de los niños en el aula

domingo, 30 de mayo de 2021
Con más de 300 horas de video, el proyecto se encuentra en su primera etapa piloto
Proyecto CIAE medirá interacciones sociales de los niños en el aula
“Ponerse en el lugar del niño”, es una frase que suena fuerte en el proyecto que lideran desde junio de 2012, Roberto Araya, doctor en Ingeniería eléctrica e investigador del CIAE de la Universidad de Chile, y Ragnar Behncke, investigador asistente del mismo centro.

La idea es desarrollar un instrumento que permita identificar la estructura y dinámica de las interacciones sociales que ocurren al interior de la sala, entre el docente y los estudiantes, y entre los mismos alumnos, durante el proceso de aprendizaje, “tal como el microscopio permite aumentar la capacidad de observar e investigar fenómenos”, argumenta el doctor Araya.

“El instrumento se basa en el registro en primera persona de miradas y el conteo de palabras claves, a lo que en una segunda etapa se agrega la detección de patrones y el modelamiento matemático de la dinámica de interacciones. Esto también nos permitiría ensayar y simular estrategias de mejoramiento educacional antes de implementarlas”, argumenta Araya.

El propósito es colaborar con el mejoramiento de las prácticas pedagógicas, entendiendo con más detalle qué pasa al interior de la sala, comprendiendo –a partir del niño- a quiénes ponen realmente atención, para luego lograr más efectividad en las medidas que se aplican para mejorar el aprendizaje. En palabras de Behncke, “la idea es pensar la educación desde los niños, respetando y entendiendo sus intereses, necesidades y motivaciones para generar mejores prácticas pedagógicas”.

Para esto, los investigadores decidieron utilizar lentes provistos de una cámara, capaz de grabar imágenes y audio, y colocárselos a los estudiantes durante sus clases. El objetivo: llegar lo más cerca posible, registrando fenómenos desde el punto de vista personal del individuo, de forma respetuosa y lo menos invasivamente posible, intentando ver lo que ellos observan, y escuchar lo que ellos oyen. “Si pudiéramos saber cómo usar las influencias entre pares tendría una gran impacto en mejorar la enseñanza”, argumenta Araya.

Según Roberto, las interacciones tienen un efecto directo en el clima de la clase y en el aprendizaje de los estudiantes. Tradicionalmente, el estudio de las interacciones se ha realizado utilizando otro tipo de metodologías, como la visita de expertos al aula o la grabación de las clases para su posterior análisis. Sin embargo, aún cuando ha sido un gran aporte, estas prácticas tienen sus limitaciones: generalmente no tienen la frecuencia que se necesita; solo capturan parte de la dinámica de la interacción, ya que dependerá de dónde se haya ubicado el observador o cámara; y suelen ser muy invasivas, especialmente para los docentes, generando inhibición y temor en ellos, produciendo además, una dinámica diferente a la normal.

Desafíos y alcances de la investigación

Uno de los principales desafíos que ha debido enfrentar este equipo de investigación, ha sido el procesamiento de los datos obtenidos.

Según Behncke, “Como era de suponer -sólo en esta primera etapa piloto del proyecto, donde se trabajó con un solo curso de la Escuela Santa Rita de Casia de la comuna de Pintana- hemos recolectado una cantidad de información inconmensurable para cualquier ser humano, ya que más de 300 horas de video es algo que nadie se puede sentar a mirar”.

Para esto, el equipo desarrolló un software que rescata de forma automática la información relevante. ¿Cómo funciona?: Primero, saca una foto cada vez que aparece una cara por un segundo, luego, con la ayuda de otros programas, se le asigna una identidad e ingresa a una matriz que cuenta las relaciones que se han establecido con ese rostro. Con esta información finalmente, se construye un gráfico que representa visualmente las interacciones y frecuencia de las relaciones que se generaron durante la clase entre los niños.

Pero esto no es todo. Además de poder capturar los rostros de los niños, el equipo diseñó un programa que permite determinar las emociones de los estudiantes, reconociendo ciertas expresiones que se manifiestan en las fotos. “Determinado si la emoción es positiva, negativa o neutra, podemos hacer no sólo redes de interacción, sino ponerle ‘aumento a este microscopio´ y discriminar cuáles son las redes de interacción positivas, negativas o neutras”, agrega Behncke.

“Hasta ahora, nuestra experiencia nos ha demostrado que cualquier intervención con los niños en los colegios tienen un valor positivo en ellos. Se sienten valorados, importantes, que participan, y crece su motivación y autoestima, y eso es tan importante como los mismos resultados, sobre todo cuando saben que el objetivo de nuestra investigación es para mejorar la educación”, sostiene Ragnar.

Según los investigadores, los resultados de este trabajo podrían contribuir directamente a mejorar las prácticas pedagógicas y el aprendizaje de los alumnos, también podría ayudar a los profesores a hacer más efectivas algunas estrategias que actualmente utilizan de forma intuitiva para mejorar la atención de sus alumnos, como los cambios de puesto. A través de este estudio, el profesor podría sentarlos de manera más estratégica según el comportamiento de sus alumnos, sus intereses, siguiendo las redes de interacción positiva que se generan y sus personalidades.

Etapas de desarrollo

A la fecha, se han obtenido solo algunos resultados preliminares de una pequeña muestra que se obtuvo, después de dos meses de trabajo, con el cuatro básico de la Escuela Santa Rita de Casia de La Pintana.

Si bien la colaboración de este establecimiento y disposición del director, Jorge Morkoff, y su profesor, Stenio Morales, ha sido fundamental para el desarrollo del piloto, el proyecto considera la implementación de este estudio y programa en 10 colegios distintos, y 5 cursos de 4° y 5° básico, específicamente.

Según Behncke, “Queremos tener la máxima diversidad de establecimientos educacionales, edades y nivel socioeconómicos posibles. Serían aproximadamente 2 mil niños, lo cual es un gran desafío por el nivel de complejidad que esto implica”.

Sin embargo, para llevar esto a cabo, un paso importante para el desarrollo de este proyecto es la búsqueda de colaboración internacional y nacional, y la obtención de fondos. “Este año 2013, tenemos planificado presentarnos a concursos. Ya tenemos un FONDEF que lidera Pablo Dartnell, que crea un sistema automatizado de auto-soporte para mejorar las prácticas docentes, a través de la instalación de micrófonos dentro la sala que registran el discurso del profesor, así como las intervenciones que realizan los alumnos. Este proyecto ahora se podría complementar con las miradas”, agrega Araya.

Autor

CIAE

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Roberto Araya, investigador del CIAE y director del proyecto.
Ragnar Behncke, investigador asistente del CIAE.