El presidente de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), aseveró hace unos días atrás que, al menos, 15 programas de pedagogía no re-postularían a su respectiva acreditación. Esto significa, a raíz de las exigencias de la Ley de Carrera Docente aprobada el 2016, que estos programas no podrán recibir nuevos estudiantes. Esta noticia es alarmante debido a los datos de baja de matrícula reportados por el Observatorio de Formación Inicial Docente de la Universidad de Chile, que señalan que la matrícula de pedagogía ha disminuido en 29% entre el año 2018 y 2020.
Es necesario comprender que esta situación requiere un rápido accionar. No obstante, también es prioritario entender el accionar desde una perspectiva sistémica e integral el problema de la baja matrícula en pedagogías y el posible cierre de carreras.
En ese sentido, una investigación realizada en 2021 mostraba que los jefes de carrera de pedagogías ya mencionaban su preocupación por los escasos apoyos y recursos para responder tanto a los nuevos requisitos de acreditación como para hacer sustentables sus programas (Fernández et al., 2021). Esta inquietud por la sustentabilidad de dichos programas no puede comprenderse de manera aislada e inconexa, sin analizar en profundidad, por ejemplo, el cada vez menor interés de los estudiantes por ingresar a las carreras de pedagogía y el efecto del aumento de exigencias de admisión en estos programas a partir de la ley de carrera docente (Montero y Fernández, 2022). De hecho, existe evidencia de que estos requisitos de admisión han afectado especialmente a las regiones extremas del país, donde se ha observado una disminución preocupante de la oferta de programas de pedagogía. Sumado a estos elementos, se ha discutido que la pandemia y las nuevas exigencias que significó para el profesorado en ejercicio probablemente tuvieron un efecto en el interés de los estudiantes por elegir carreras de pedagogía, lo cual requiere también mayor análisis.
Por tanto, es necesario asumir una visión de país sobre este tema, entendiendo que este no es un problema específico de ciertas universidades en particular, sino más bien un problema complejo a nivel nacional, que no puede explicarse a través de una sola causa. Así, urge generar estrategias pertinentes y coordinadas, que tomen en cuenta la complejidad del problema y permitan comprender y revertir la caída en la matrícula de programas y el bajo interés por estudiar pedagogía, con especial atención al fortalecimiento y ampliación de la oferta en regiones extremas, lo cual permita abordar un potencial impacto negativo de déficit de docentes en el sistema educativo nacional en los años venideros.