
Lo malo son las desigualdades sociales que se cuelan en la educación nacional: comparando con los demás países, Chile tiene de las mayores brechas de logro asociadas a la composición social del alumnado de las escuelas, tanto en Matemáticas como Ciencias, en 4° y 8°. Esta fuerte asociación entre la composición social de las escuelas y los resultados de los alumnos hay que relacionarla con la altísima segregación del sistema escolar chileno.
Por último, lo sorprendente (y desconcertante a estas alturas) es la inconsistencia de los resultados medidos por TIMSS-2011 y la prueba SIMCE: mientras TIMSS observa tremendos avances en los logros de los alumnos chilenos en ambas asignaturas, estos fueron invisibles para el SIMCE de 8° en 2004, 2007, 2009 y 2011 (y en todos los períodos intermedios). Es decir, las dos pruebas internacionales de mayor prestigio en el mundo -TIMSS y PISA- ubican a Chile como uno de los sistemas escolares de mayor avance en la década pasada, pero nuestra prueba nacional apenas se entera. ¿Se imaginan cómo sería nuestro debate sobre educación si en lugar del SIMCE sólo contásemos con PISA y TIMSS? Como en Pelotillehue: ¡exijo una explicación!